El pasado 20 de enero (de este 2016),
murió la escritora y periodista francesa Edmonde CHARLES-ROUX, que en 1966 ganó
el prestigioso premio Goncourt con la novela Oublier Parlerme. Fue
además miembro de la
Resistencia contra los nazis y revolucionó la prensa femenina
de la época a través de la edición francesa de Vogue.
Era una mujer de buena familia, de una burguesía conservadora y acomodada, que se guió siempre por su espíritu rebelde.
Cuando estalló la
Segunda Guerra Mundial, y a pesar de que su padre colaboró
durante unos meses con el gobierno de Vichy, trabajó como enferma de manera
voluntaria para la
Resistencia. Escondió a inmigrantes comunistas en el jardín
familiar y fue herida en Verdún al asistir a un soldado moribundo. (Al acabar
la contienda, fue condecorada con la
Cruz de Guerra y la
Legión de Honor).
Pero dichas condecoraciones no gustaron
a la alta sociedad francesa, que le cerró las puertas por “mancharse” las manos
en el terreno militar. Quizás gracias a eso, se convirtió en lo que ella misma
calificó como un "una persona abominablemente libre".
En 1947 entró en la revista Elle para
repartir el correo, pero gracias a sus conocimientos de italiano la mandaron a
entrevistar a Arturo Toscanini. Y en tres años había llegado tan alto, que la
llamaron para dirigir la edición francesa de Vogue.
Allí se inició un reinado de 16 años en
los que mezcló moda, cultura y talento, pues abrió las páginas de la revista a
plumas como Colette o Roland Petir, Violette Leduc, Saint-John Perse, y
contrató a grandes fotógrafos como Ricard Avedon, Irving Penn o Guy Bordin.
También promocionó a quienes guiaron la moda hacia el prèt-à-porter como
Christina Dior o Yves Saint-Laurent. Su encuentro con Coco Chanel en 1954 fue decisivo
en su vida, ya que Chanel también era un modelo de rebeldía y libertad. Y fue
la genial modista quién le aconsejó:"Vous avez un style, celui des paysannes arlésiennes,
ne bougez pas de ça, ne coupez pas vos cheveux, laissez parler ces
crétines" ("Vd. tiene estilo, el de las
campesinas, no renuncie a ello y no se toque el pelo, digan lo que digan estas
cretinas”).
Su despido en 1966 de Vogue fue, oficialmente, por haber
intentado poner a una modelo negra en portada*, aunque malas lenguas apuntaron
al pánico de su editor americano, en plena caza de brujas, a sus buenas
relaciones con miembros del Partido Comunista.
A partir de ahí se reinventó como
escritora, obteniendo el Goncourt por una novela, Olvidar Palermo, sobre
los inmigrantes sicilianos en Nueva York, que fue un superventas.
A este libro se sumaron, entre otros,
una novela sobre la Francia
ocupada por los nazis, Adrienne, y dos brillantes volúmenes sobre
Coco Chanel.
Fue una mujer libre y brillante, atípica y avanzada a su tiempo; mordaz y
desacomplejada; en palabras de Joana Bonet "una revolucionaria con perlas
que alternaba el lirismo con los tacos".
Musa y amiga de personajes de su época
como Paul Éluard, Louis Aragon, Orson Welles, Alberto Giacometti, Jean
Genet....
Cuentan que un día, su padre la acusó
de “vivir como un hombre” pero nunca se plegó a las presiones de su entorno. A
los 53 años se casó con Gaston Defferre, alcalde de Marbella, y nunca quiso
tener hijos para salvaguardar su libertad.
Cuando su marido se convirtió en
ministro del gobierno Mitterrand, colaboró con el círculo más cercano al
presidente, de la que fue gran amiga, consejera literaria y defensora.
(*) No fue hasta 1986 que Naomi Campbel
consiguió el “hito” de ser la primera modelo negra en aparecer en portada.